Noviembre

Noviembre. Para mí el mes del otoño por excelencia, con permiso de octubre, en el que como todavía hace calor la mayoría de días, lo considero una prórroga de septiembre, del eterno verano.

Noviembre para mí siempre han sido hojas que se caen, puestos de castañas por las calles, las primeras mangas largas de verdad a principios de mes y los primeros abrigos en la segunda quincena. También las mantas que empiezan a salir de los armarios, no solo para echarlas sobre la cama, sino para taparte en el sofá mientras ves una peli. Todo eso debería seguir siendo noviembre.

Sin embargo, desde hace ya unos cuantos años, se empeñan en que noviembre era otra cosa. Otras cosas más bien. Primero, se empeñan en que sea el mes negro de las malditas ofertas de antes de Navidad: lo que antes era un día o un fin de semana, luego pasó a convertirse en una semana, pero ya van por varias semanas y algunos todo el mes. De verdad, qué suplicio ver y oír por todos lados que si Black Friday, que si preBlack Friday, que si Black no sé qué. ME SUPERAN. 

Aunque los que se superan año tras año son los que quieren convencernos de que la Navidad empieza en noviembre, y no me refiero solamente al alcalde de Vigo encendiendo las luces para salir en el telediario como todos los años. Me refiero a los supermercados poniendo los mantecados desde principios de noviembre; me refiero a los anuncios de la radio diciendo que esta Navidad compre no sé qué como si ya fueran vísperas de Nochebuena; me refiero a Antena 3 programando sus películas vespertinas del fin de semana con temática navideña desde hace dos semanas.

Lo siento, pero este año he decidido que ya no me van a convencer. Ni una cosa ni la otra. Sobre lo primero, porque me he dado de bajo de todas las plataformas, y eso incluye Amazon, por lo que ya no tengo Prime y he decidido no volver a comprarles nada por una cuestión de principios. Sobre lo segundo, he decidido que en la república independiente de mi casa no entra la Navidad hasta diciembre, mínimo hasta el puente de la Constitución, que las tradiciones están para respetarlas. ¿Cómo no vamos luego a estar hartos de Navidad si nos bombardean con ella desde noviembre, maldita sea? Acabaremos todos hartos de Navidad como acabamos harto de todo, por querer metérnoslo con calzador cada vez antes para promover que compremos antes y más, por la maldita rueda consumista. Pues no me da la gana. ME PLANTO. Que dejen a noviembre tranquilo.

La foto de esta entrada, por cierto, la tomé tal día como hoy, un 20 de noviembre, pero de 2018, cuando salía de estudiar en la Biblioteca Central. Pasé junto al Parque de los Teletubbies de Córdoba (nombre popular, el oficial es, si no recuerdo mal Madre Coraje) y me encantó la estampa puramente otoñal de hojas caídas y colores amarillentos.