Aquí no hay quien viva


Estos últimos días de verano estoy volviendo a ver Aquí no hay quien viva, para mí la mejor serie de comedia que jamás se ha hecho en España. Tengo poco que aportar que no se haya dicho ya, teniendo en cuenta que se estrenó en 2003 y término en 2006. Veintidós años va a hacer ahora en septiembre de su estrenó, casi nada.

La habré visto un montón de veces cuando pequeño, porque además de verla en el momento de emisión, con mis ahorros me hice con los deuvedés de una colección -incompleta, por cierto- que sacó El Mundo. En casa me la ponía una y otra vez, sobre todo a la hora de comer, pero hacía ya muchos años que no la veía y si bien hay diálogos que tengo en la memoria, algunas escenas no las recordaba, o al menos no como son.

En este alarde de nostalgia que reina, estoy volviendo a ver la serie. Voy por el decimoséptimo capitulo, Érase unos estatutos. Estoy en lo que fue la cresta de la ola, que para mí se inicia con la segunda temporada y acaba con el capítulo de Benidorm, que cierra la tercera temporada. A partir de ahí, la calidad de los capítulos empieza a bajar bastante, se introducen tramas que no tienen ni pies ni cabeza y personajes que no aguanto como Yago o la Pantumaca. A ver, que no es que no tengan ni pies ni cabeza, pero a mí me parece poco en comparación con la temporada 2 y 3. Para mí la quinta temporada logra remontar algo lo mala que es la cuarta, aunque el propio Alberto Caballero haya dicho varias veces que la quinta sobra. Yo no estoy de acuerdo.

Es vox populi que el rodaje a partir de la tercera temporada se convirtió en un infierno porque Antena 3, falta de cualquier otra serie de éxito en su parrilla en ese momento, decidió hacer una temporada continuada, es decir, sin pausa: desde septiembre de 2004 hasta junio de 2005, y con unos episodios cada vez más largos, pues si los primeros capítulos de la serie rondaban los cuarenta y cinco minutos, en la tercera temporada los hay de hora y media. Sin ir más lejos, el último que he visto y que he mencionado antes, dura -y hablo de memoria, de lo que recuerdo haber visto al darle a reproducir- una hora y veintiocho minutos. El resultado es una temporada larguísima de treinta y tres episodios que si troceásemos para que tuvieran la duración de los de la primera temporada, deberían rondar los cincuenta. Una locura que debieron vivir los actores durante la grabación y que, sin embargo, no se refleja en una baja de la calidad del producto. Está claro que se sacrificaron por sacarla adelante.


Si son ustede seguidores de esta serie, les recomiendo la lectura de Aquí no hay quien viva. Detrás de las cámaras: la delirante historia de esta nuestra comunidad, que escribe Javier P. Martín en una divertida conversación con los protagonistas, y que publica Plaza & Janés. Una lectura muy entretenida y amena que yo disfruté muchísimo en septiembre del año pasado.

Ya sé que está muy vista y que tiene mucho tiempo, pero a mí me gusta más que la interminable La que se avecina, de la cual dejé sin acabar una de las últimas temporadas estrenadas por Amazon en las que se habían mudado a un nuevo edificio porque me parecía infumable. Si quieren ustedes revivirla, la tienen en HBO, Disney+ y Prime; también está en Netflix, pero no les recomiendo que la vean ahí por la estúpida censura de esta compañía. Y si no tienen ninguno de estos servicios -bien que hacen-, pueden verla en un canal 24H que puso en marcha hace unos meses Antena 3.

Valoración: 9/10.

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