Todas las series de los hermanos Caballero son la misma serie

He llegado a la conclusión de que todas las series que hacen los hermanos Caballero, estos son, Laura y Alberto, son la misma serie; con algunas variantes, lógicamente, como el cambio de nombre de los personajes, los lugares en que se ubican y algún rasgo más, pero, en esencia la misma serie. Siempre. Una y otra vez. Y así llevan más de veinte años engordando las parrillas de las cadenas de televisión.

Partamos de la base de que he sido fan acérrimo de Aquí no hay quien viva (le dediqué una entrada ayer sobre la retirada de un episodio en Netflix): no sé el número de veces que me la he visto de adolescente, sobre todo las dos primeras temporadas, cuya primera colección en deuvedé con el periódico El Mundo me fui comprando semana tras semana con mis ahorros de la paga. Continué luego viendo La que se avecina tras el cambio de canal, varias veces al menos las siete u ocho primeras temporadas. Vi El pueblo desde su estreno en Prime Video y Muertos S. L. en Movistar. No me he atrevido con Machos alfa.

Tras este empacho de series caballerescas, he podido extraer mi conclusión: todas las series empiezan con unos personajes con una vida más o menos normal, a los que les van introduciendo personajes más o menos normales; a partir de las terceras temporadas empiezan las derivas, cuando están en ese punto de «no sé cómo puedo estirar más esto»: ahí vamos la deriva en ANHQV de las locuras de los personajes principales, una triste sombra de lo que fueron en sus orígenes (por ejemplo, piensen en el personaje de Andrés Guerra, interpretado por Santiago Ramos: cómo llega a la comunidad en la segunda temporada y cómo acaba sus días en la serie); esa deriva es aún más acusada en LQSA (piensen ahora en el personaje de Amador Rivas, interpretado por Pablo Chiapella, que empieza trabajando en un banco y a partir de la tercera temporada empieza a desdibujarse y a convertirse en una caricatura con patas); la deriva en El pueblo puede verse en todos los personajes al ser aún más coral y con un elenco principal más reducido; en Muertos S. L. estoy a la espera de la tercera temporada para ver cómo se tuerce todo.

Otro elemento repetido una y otra vez en las series de los hermanos Caballero: la introducción del mismo personaje gay «culto y sensible» (así se definen mil veces en Aquí no hay quien viva). Siempre el mismo tipo de homosexual que termina destruyendo relaciones heterosexuales en su promiscuidad e introduce otros personajes, muchos transexuales, a los que les da por ser supermegainclusivos y terminan hablando con un género gramatical neutro, inexistinente en la lengua española, lo que asimismo los convierte en personajes insorportables y gilipolles, de esos que cuando los ves en pantalla estás deseando que la escena acabe porque no hay por dónde cogerlos. Piensen para esto en los últimos personajes introducidos en la tercera y cuarta de El pueblo o el transexual que aparece en las últimas temporadas de La que se avecina cuando se mudan de edificio.

Lo último que aparece repetido una y otra vez en las series de Alberto y Laura Caballero son los actores: se repiten como el ajo, sobre todo los secundarios, pero también los principales. Piensen en cuántas de estas series están Jordi Sánchez, Pablo Chiapella y Carlos Areces; sobre todo este último me parece un actor excepcional, pero, oiga, que cansa verlo tan repetido.

Seguro que hay más repeticiones de las que ni me he percatado ni probablemente percataré, porque tengo empacho de la misma comedia de situación. Para ver tantas derivas de la misma idea, me quedo viendo la original, Aquí no hay quien viva, con sus virtudes y sus defectos.

Comentarios

Entradas populares de este blog

La familia de la tele

EGM

Futuro imperfecto

Búsqueda