Llamadas
La prensa habla de este fenómeno como la «generación muda», entiendo que en referencia a que la mayoría de la gente que no llama es la gente joven. Bueno, no sé hasta qué punto se considera hoy a alguien joven, pero yo que tengo la bíblica edad de Cristo, prefiero una llamada antes que cien mensajes de Whatsapp en cinco minutos o, peor aún, los malditos audios eternos que detesto y que por norma general no escucho.
Como digo, leo en los periódicos que ahora a la gente le da estrés y ansiedad recibir una llamada de teléfono. Ansiedad. He tenido que leerlo varias veces. ¿Ansiedad exactamente por qué? ¿A qué clase de persona le da ansiedad que suene un teléfono por una llamada? Más aún, ¿en qué clase de sociedad imbécil y tontuna nos estamos metiendo para calificar de «estrés» que te llamen para preguntarte que cuando llegas? Que si es invasiva, dicen, que si es como «en directo», que no puedes rehacerla o borrarla como haces en Whatsapp con los mensajes o con las notas de voz... Vamos a ver, que la gente manda audios eternos de Whatsapp y no son precisamente concisos, sino que se recrean en pensamientos y los reiteran, en ruidos guturales mientras piensan, en anacolutos que luego se reformulan... No veo ninguna ventaja.
En cualquier caso, lo que más me llama la atención es a la estupidez a la que estamos llegando como sociedad; no me refiero evidentemente solo a España, hablo de todos los lugares donde esto ocurre.
No puedo con la gente que lleva el móvil colgado al cuello como si fuera indispensable.
No puedo con la gente que va hablando con el móvil en la mano mandando audios por la calle.
No puedo con la gente que manda audios de más de treinta segundos.
No puedo con la gente que se cree que porque te haya mandado un mensaje tienes que responder inmediatamente.
El teléfono es algo que nunca tendría que haber salido de las casas.
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