Los que creen tener la verdad absoluta

El periódico digital ElDiario.es mantiene desde sus inicios, allá por septiembre de 2012, y yo diría que incluso antes, cuando durante los meses previos de preparación escribían como preludio de lo que sería el periódico «Zona crítica», un mismo lema: «periodismo a pesar de todo». Reconozco que cuando aquello se inició, yo estaba expectante: tenía muchas ganas de leer un medio puramente digital, sin las ataduras de la prensa tradicional en papel, y que solo se debiera a sus lectores, quienes lo financiarían con su suscripción; también, debo reconocer, que este desertor era antes más rojo que el color chillante de una puerta de emergencia y que no contrastaba ninguna información: me creía todo lo que los medios seleccionados por mí, en mi burbuja, me decían. ¿Para que leer otra cosa que te incomode y que te saque de la pompa de jabón?
Eso lo he visto con el tiempo. Si pones en duda lo que tu medio de cabecera dice, eres un desertor, un paria que debe hundirse en la peor de las miserias y que ha sucumbido ante otra ideología, que ha sido convencido por «los otros», porque en este país tan polarizado somos así: incapaces de hallar un término medio. «Somos un país de extremos», he dicho alguna vez en mis clases, comentando un artículo periodístico. No me cabe duda.
Todo esto viene a colación de una noticia que publicaba el mencionado medio hace unos días: «Un ginecólogo de Murcia diagnostica como enfermedad la homosexualidad de una paciente que acudió a su consulta»; al poco rato, la SER incluía la noticia en su boletín horario y también su página web. Creo que a casi nadie hoy día, en pleno 2021, le puede parecer normal que aparezca en un diagnóstico la homosexualidad como enfermedad, y todos los que leímos la noticia nos resultaría sorprendente. Ahí acabaría esta historia hace, pongamos, nueve años, pero hoy no, porque ahora picoteo de aquí y de allí, sin casarme con nadie, con ninguna ideología, mucho menos con ningún medio.
Al día siguiente, a algún lumbreras en la redacción de El Español se le pasó por la cabeza preguntar a la otra parte, al ginecólogo, y publicó esta entrevista, pretenciosa donde las haya, que insiste constantemente en las mismas cuestiones y que parece haber sido escrita por alguien que cursa segundo de bachillerato y tiene en la cabeza la idea de hacer al año siguiente periodismo. Sin embargo, nos sirve para que este médico pueda brevemente explicarse: según dice, introdujo la información sobre que la paciente era homosexual en el cajón equivocado del registro. ¿Poner este dato es relevante para algo? En principio, para nadie, pero en una consulta de ginecología puede omitir muchas preguntas rutinarias sobre reproducción y relaciones sexuales con hombres. ¿Se equivocó realmente el médico, tal y como afirma? Puede que sí, porque cualquiera que haya rellenado un solo trámite con la administración sabrá la cantidad de datos absurdos y muchas veces redundantes que tenemos que rellenar. La paciente «afectada», si como dice vio el error nada más salir, podría haberse vuelto y haberlo aclarado con él, pero «decidió irse a sus colectivos y montar reclamaciones por ahí». Porque parece que podemitas y colectivos lgtbijklmnño... necesitan barullo constante para estar en los medios de comunicación y estar en el centro del mundo. Por cierto, ni ElDiario.es ni la SER se han hecho eco en ningún momento de las explicaciones dadas por el ginecólogo. «Periodismo a pesar de todo», dicen, o, más bien, periodismo pretencioso y sectario.
Por supuesto, también existe la posibilidad de que este médico esté mintiendo, que introdujera este dato justamente en el campo en que lo introdujo porque así lo quiso y que, ante la gran revuelo ocasionado, haya salido del paso con estas explicaciones, pero, ¿y la presunción de inocencia? Ah, disculpad, que en este país, según tu orientación sexual y, sobre todo, según lo que tengas entre las piernas, la tendrás o no, como se encargan de recordarnos constantemente desde el gobierno.
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