Tres, dos, uno...

 ...Cero. Podría haber empezado con un «¡Hola, mundo!» al estilo de las entrada que siempre aparecen cuando instalas WordPress o, mejor aún, con un «lorem ipsum dolor sit amet», síntoma de que esto podría ser otra bitácora zombi de las muchas que albergan en ese ya anticuado concepto de ciberespacio. Pero no. No es cuestión de decirle a Google que esto es de mentira nada más empezar y que lo quiero es que cierren esta pequeña ventana al mundo para así evitar tener que escribir y expresarme algo más que con mis pensamientos interiores. Esa excusa hoy no va a servir, pero tal vez otro día valga, cuando deserte de todo lo que haya escrito.

No pretendo aburrir a nadie con datos míos porque no hace falta conocerlos para el placer de leer o para el placer de escribir. Casi quinientos años después de su publicación, aún no sabemos quién escribió el Lazarillo de Tormes, pero eso no impidió que se convirtiera en una de nuestras más importantes obras literarias. ¿A quién le importa quién escriba qué mientras el que quiera escribir, anónimamente o no, satisfaga su deseo de escritura y el que quiera leer, anónimamente o publicando un comentario, vea satisfecho su deseo de lectura? Nada de esto importa para el objetivo final, que no es sino tener una modesta bitácora donde arrojar mis pensamientos, mis sentimientos, esa forma que tengo de estar en el mundo. No quiero etiquetas ni maniqueísmos vagos.

Este cuaderno digital nace por el simple gusto de escribir. Habrá quien satisfaga este romántico placer en un cuaderno con un bolígrafo con su letra manuscrita; habrá quien guarde sus pensamientos en su cabecita y jamás los comparta con nadie; habrá quien decida también publicar eso aprovechando las posibilidades y las facilidades que internet hoy día nos da; y habrá quien combine todas estas posibilidades de alguna forma. Internet no son solo mensajes por WhatsApp en unos de esos infernales grupos familiares, retuiteos en la casa del pájaro azul, directos en época de confinamiento en Instagram u otras posibilidades ultrasociales en efímeras aplicaciones de moda que se escapan de mis conocimientos; hay gente que usa internet de forma más tradicional -si es que se le puede llamar tradicional ya a algo en internet desde nuestra perspectiva actual-, que se mueve de otra forma por la red de redes, que no tiene perfiles en ninguna red social porque huye de la vanidad del selfi, que lo que busca en este mundo hiperconectado es poder leer sus revistas culturales favoritas del domingo en el navegador del ordenador sin tener que buscar un quiosco que no haya cerrado.

Esa es mi forma de ver la vida, esa es mi forma de estar en el mundo. No encontrarás en este blog perfiles sociales a los que seguir, peticiones de «dale a me gusta» ni nada que remotamente se le parezca. Esto es un diario personal abierto al mundo, para quien pase por aquí y quiera quedarse un minuto, para quien busque sus páginas entrando habitualmente en él, pero sobre todo para mí mismo. Para escapar unos minutos del mundanal ruido con mis pensamientos.

Bienvenidos.

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